Un burka por amor by Reyes Monforte

Un burka por amor by Reyes Monforte

autor:Reyes Monforte [Monforte, Reyes]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2007-01-01T05:00:00+00:00


TERCERA PARTE

— ESTANCIA EN KABUL —

* * *

Tardaron más de seis horas en llegar a la capital afgana. María observaba todo aquello con los mismos ojos con los que un niño intenta atrapar cualquier detalle cuando le llevan a un parque de atracciones. María no podía dejar de comparar de donde venía con lo que iba viendo a través de la ventana del coche. La primera sonrisa que se colgó en su cara la sorprendió a ella misma, y apareció ante la visión de tiendas. Tiendas reales, no puestos ambulantes como a los que estaba acostumbrada en la aldea de su marido. Tiendas de verdad, con sus escaparates, sus maniquíes, con la colocación estratégica de los productos como reclamo para los posibles clientes, con carteles que anunciaban provechosas ofertas. Ante sus ojos pasaron como si se tratara de una película a cámara lenta, ya que el coche de su cuñado no podía correr demasiado y menos por las calles de Kabul: tiendas de ropa, de alimentación, de electrodomésticos, de zapatos, locutorios, bancos, restaurantes, cines, incluso vio hasta una peluquería. «Una peluquería. Pues que gasto más absurdo, ya me contaras», pensó María mientras levantaba las cejas en un gesto inconsciente entre la sorpresa y la incredulidad ante el hallazgo. María se veía entrando en todas ellas, y se imaginaba mirándolo, tocándolo, cogiéndolo, probándoselo e incluso comprando algo.

Bastaron unos minutos para que María se diera cuenta de que era abismal la diferencia entre el pueblo donde había vivido hasta ahora y Kabul, y no pudo evitar los planes mentales de una nueva y mejor vida. Llevaba años deseando ir a Kabul y por fin entraba en la ciudad. Sabía que había realizado una breve y descorazonadora escapada hacía unos meses, pero María decidió borrar de su memoria aquel recuerdo, que sin duda le entorpecería seguir adelante.

Después de atravesar el centro de Kabul —el cual, como María supo más tarde, estaba destinado, en su gran mayoría, a los turistas y a las personas con dinero—, todavía les esperaban unas dos horas de camino.

La casa a la que se dirigían estaba a las afueras. Era la casa del tío de Nasrad, donde se quedarían durante tres días, el tiempo necesario para centrarse, habituarse a la nueva ciudad y con un poco de suerte, encontrar algún piso donde poder alquilar una habitación e iniciar la nueva vida.

El recibimiento en casa del tío de Nasrad fue de lo más amable y generoso. Los familiares de Nasrad estaban encantados de recibirles y se mostraron acogedores y cariñosos en todo momento, sobre todo con los niños. La primera noche les agasajaron con todo un manjar, lo que agradecieron muchísimo, acostumbrados como estaban a la escasez y a la necesidad en el pueblo de sus suegros. Pudieron comer un guiso de patatas con arroz y legumbres, que a todos les supo a gloria, todo ello acompañado con frutos secos de la tierra, que a María le fascinaban, pan, tortas dulces, dátiles y fruta. Y algo que a María le devolvió la confianza por un futuro mejor: la luz.



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